Fueron alcanzados alrededor de 150 objetivos y se reportaron casi 500 muertos. Una guerra abierta, pero aún sin declarar.
Tras una semana sin precedentes en décadas de enfrentamiento, Israel y Hezbolla han protagonizado la jornada más dura en una escalada que va tomando forma de guerra sin ser anunciada. De acuerdo al número de muertos (al menos 492), heridos (más de 1645) y objetivos, se trata del ataque más intenso y letal de la Fuerza Aérea israelí contra la milicia chií desde la guerra en 2006 en Líbano.
El grupo terrorista, por su parte, lanzó alrededor de 200 proyectiles y misiles no solo contra el norte de Israel, como hace desde el pasado mes de octubre cuando inició la escalada para apoyar a Hamas, sino también por primera vez contra zonas a más de 100 kilómetros de la frontera, llegando al norte de Cisjordania. En su inmensa mayoría, fueron neutralizados por las baterías defensivas israelíes, que también interceptaron un dron de las milicias en Irak patrocinadas por Irán que, a su vez, asiste con preocupación al debilitamiento del grupo con mayor arsenal en el «anillo de fuego» que creó en torno a su gran enemigo.
El ejército israelí atacó al amanecer 150 objetivos de Hezbolla en la primera de varias oleadas de bombardeo que fueron precedidas por llamamientos a los civiles para salir de las zonas anunciadas para el ataque.
Daniel Hagari, portavoz de las FDI, ha acusado a la milicia proiraní de convertir las aldeas del sur del Líbano en una «zona de guerra», denunciando con un vídeo un caso concreto en el que escondió un misil de crucero de fabricación rusa almacenado en una casa y cuyo disparo fue frustrado. Israel teme el uso de este tipo de armas por su mayor alcance (hasta 200 kilómetros) y carga explosiva (hasta 300 kilogramos) lo que le da la posibilidad de provocar más daño que los casi 9000 misiles, proyectiles y drones disparados por Hezbolla desde que el pasado 8 de octubre de 2023.
Mientras el número de israelíes desplazados de sus casas cerca de la frontera libanesa gira en torno a los 65.000, se estima que alrededor de 110.000 libaneses abandonaron sus casas en el sur del país. Este lunes, se veían largas caravanas de libaneses procedentes del sur con destino a la zona de Beirut.