Coronavirus: los especialistas insisten en que el levantamiento de la cuarentena sea parcial

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ientras Wuhan, la ciudad donde se inició esta voraz pandemia hace menos de cuatro meses, dejó de reportar nuevos casos de Covid-19 y dio por terminada su cuarentena de 76 días con una gran fiesta de luces, en la Argentina nos preparamos para lo que desde el Gobierno se denomina «una nueva etapa» de la nuestra. Será a partir de la semana que viene. Y si bien muchos podrán volver a trabajar, la mayoría de las medidas que observamos durante estas últimas semanas seguirán vigentes.

A diferencia de Wuhan, que ya está en primavera y se dirige hacia el verano, la Argentina tiene por delante la temporada invernal, la preferida de las infecciones respiratorias, por lo que los especialistas insisten en que es fundamental seguir en una «cuarentena administrada»: la prevención de mantener una distancia interpersonal de un metro y medio, el lavado frecuente de manos, toser en el pliegue del codo y la indicación de no tocarse la boca, la nariz y los ojos seguirán vigentes.

Según se informó en la conferencia matinal del Ministerio de Salud, el coronavirus «llegó para quedarse», no como pandemia, pero sí dentro del elenco de virus respiratorios habituales de cada invierno, como sucedió con el H1N1 que causó el brote de 2009. Siguen habiendo casos, pero afortunadamente hoy existe una vacuna para prevenirlo. Y mientras no haya una para el nuevo coronavirus, habrá que seguir limpiando superficies y ventilando los ambientes. Además, se anticipa que no se permitirán reuniones públicas, ni deportivas ni artísticas, durante varios meses. También se intentará regular el transporte público, tal vez estableciendo horarios diferenciales para distintas actividades y evitando la reanudación de las clases para evitar aglomeraciones.

Para Fernando Polack, infectólogo pediátrico y creador de la Fundación Infant, el país está en una situación de relativa estabilidad, por lo que la pregunta más importante no es cuándo, sino cómo salir del aislamiento social obligatorio.

«Hacerlo con posibilidades de mantener un cierto equilibrio en el número de casos graves, requiere un plan muy prolijo -afirma-. Entre otras cosas, debe contemplar la detección rápida de personas sintomáticas y sus convivientes para aislarlos de inmediato (por lo que deberá apoyarse en el uso de tecnología tipo aplicaciones de celular). También habrá que controlar focos multitudinarios de infección, como estaciones de tren, hipermercados, hospitales, y otros sitios de grandes aglomeraciones donde la detección rápida de infectados, su inmediata separación del resto, y el uso preventivo de barbijos se vuelve claramente útil. Además, habrá que observar reglas de distanciamiento personal, y mantener una política clara de fronteras hasta que este problema se calme».

Así como la cuarentena fue progresiva y las medidas se fueron haciendo cada vez más estrictas, hasta que se llegó a la penalización de su incumplimiento, del mismo modo la suspensión deberá ser flexible y progresiva, afirma la infectóloga Mirta Roses, exdirectora de la OPS y actualmente embajadora de la OMS para Covid-19.

«Habrá que tener en cuenta la circulación del virus, el número y proporción de casos comunitarios (donde no se puede identificar el contacto positivo relacionado); la capacidad de los servicios de salud, tanto en atención de personas sintomáticas, que requieren internación y casos graves en terapia intensiva; los recursos, tanto físicos, como humanos; la disponibilidad de insumos esenciales para el personal médico, como barbijos quirúrgicos y protectores de máxima seguridad, y para mantener la higiene personal y evitar el contagio, como máscaras comunitarias, alcohol en gel, lavandina, agua y jabón, guantes; y la capacidad para transportar y albergar personas con distanciamiento físico preventivo», dice Roses.

Según la especialista, esto se debe analizar en espacios territoriales específicos (barrios, ciudades, municipios, provincias), así como en instituciones (fábricas, comercios, escuelas, residencias de mayores, prisiones, mercados), para combinar las necesidades de reactivación económica con la garantía de aplicación de las medidas de prevención.

«De esta manera -agrega-, se podrá analizar cuáles son las instituciones y los sitios que pueden ser reactivados. En el hemisferio Sur, las actividades que produzcan aglomeración en espacios cerrados no podrán ser consideradas hasta no disponer de medidas terapéuticas y preventivas efectivas».

Una transición cautelosa
Otros, como Isabel Cassetti, de Funcei, preferirían prolongar la cuarentena, pero reconocen que desde el punto de vista económico es difícil sostenerla. En ese sentido, consideran que sería necesario que sigan en aislamiento «las personas de los grupos de riesgo, mayores de sesenta años, personas con enfermedades cardíacas, respiratorias, diabetes, inmunosuprimidas y algunos de los que reciben quimioterapia. Será necesario prohibir los espectáculos que convoquen a mucha gente, mantener el trabajo en casa y conservar el cierre de colegios y universidades. También habrá que pensar cómo generar una flexibilización con el menor impacto. Cuando sea posible, que las personas vayan al trabajo caminando. Hay que analizar la frecuencia del transporte y la cantidad de gente y establecer horarios. Y recordar que las normas pueden cambiar. Tal vez se adopte una medida y unos días más tarde sea necesario volver atrás. Todo depende del orden y la organización que podamos darnos».

Cahn coincide: «La próxima etapa debe ser rigurosamente planificada de modo tal que la posibilidad de que algunas personas vuelvan a trabajar no implique aglomeración en el trasporte público. Se deben mantener las recomendaciones de distanciamiento de un metro o dos y retomar las actividades escalonadamente. Las clases por el momento no se podrán reiniciar y es fundamental preservar a los que tienen más riesgo de hacer formas graves, que son los adultos mayores de 60 y los menores de esa edad que pertenecen a grupos de riesgo. Para ellos, la cuarentena va a ser más prolongada».

Por: Nora Bär

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