En el campo los productores se preparan para la siembra de soja con más dudas que certezas
Deberán enfrentar una de las campañas mas complejas de los últimos años, no sólo por cuestiones climáticas, sino también porque la perspectiva de precios es errática y porque las retenciones siguen socavando la rentabilidad. Además, la mayoría de las regiones productivas no tienen la humedad necesaria como para comenzar con la implantación del cultivo.
Octubre es un mes clave para la Argentina desde el punto de vista productivo, económico y por ende político, porque comienza la siembra de la campaña gruesa, la que genera los dólares que definen el corto plazo de la economía. Para esta época, deberían comenzar a taponarse las rutas con contratistas circulando con las sembradoras, pero para eso se necesitan lluvias.
A nadie le gusta tener las máquinas en el galpón, pero lo cierto es que la mayoría de las regiones productivas no tienen la humedad necesaria como para comenzar con la implantación del cultivo. La preocupación es grande, porque después del 20 de octubre cada día de retraso en la siembra se paga con rendimientos.
Es verdad que aún falta para llegar al último tramo del mes y que hay condiciones de inestabilidad en gran parte de las zonas agrícolas, pero el problema es que no hay pronósticos de lluvias abundantes y las que se ya registraron no conformaron a los productores ni a los agrónomos asesores. Nadie quiere (ni debería) sembrar sin agua, ya que esta etapa es de absoluta sensibilidad: todos saben que el período de llenado de grano es importante, pero la siembra también lo es.
En cuanto a las perspectivas para esta campaña de soja, el titular de la Asociación Cadena de la Soja (ACSOJA), Rodolfo Rossi, aseguró a Ámbito que “por todo lo que esta ocurriendo con el maíz es probable que se sume algo mas de área respecto de lo que estimamos. Si uno va desde el norte hacia el centro, va bajando la intención de siembra de maíz.
Se habla porcentajes muy altos en la caída de la intención de siembra en zonas donde el maíz había crecido mucho, como Chaco, Santiago del Estero, Tucumán o Salta, donde había una fuerte penetración del maíz para hacer más sustentable el ciclo. En esas zonas la caída sería de un 70% y los porcentajes caen a medida que nos acercamos a la zona centro. Si esto no pasaba, la soja no llegaba a las 19 millones de hectáreas de intención de siembra”.
Otro problema que se deberá sortear en esta campaña es la calidad de las semillas. Las últimas sequías hicieron estragos en los lotes dedicados a la producción de este insumo básico que – mediante el uso propio – miles de productores guardan para hacer frente al siguiente ciclo.
En cuanto a este punto, la Asociación de Laboratorios Agropecuarios Privados (ALAP), acaba de emitir un informe en el que confirma que -tras realizar un análisis preliminar- el poder germinativo de las muestras de soja analizadas desde el 1° de marzo al 10 de septiembre es de 76,4% versus 85,1% observado en 2023. Esto quiere decir que, producto de la alta cantidad de patógenos, el poder germinativo es bajo y que se deberá hacer una inversión extra para mejorarlo.
A los problemas ya mencionados, se suma la falta de lluvias, que no sólo impacta fuertemente en los rendimientos sino también en la inversión tecnológica a la hora de implantar el cultivo. Según Rossi, “cuando no hay tanta probabilidad de agua, el productor replantea la inversión en tecnología, porque piensa que si no va a llegar a determinado rendimiento gracias a las precipitaciones, no tiene sentido invertir en función de un escenario que no se va a cumplir”.
Lo que ocurra en materia climática (no sólo en la Argentina) va a marcar la tendencia de precios en el mercado internacional. En las últimas semanas hubo mejoras en el valor de los granos pero también caídas.
Según Rossi, “el gravamen del 33% por derechos de exportación en soja no se aguanta mas. Nuestros competidores están con los motores encendidos y a pesar de que con estos precios también para ellos es difícil encontrar buenas rentabilidades, Estados Unidos y Brasil privilegian a la soja frente al maíz. El año que viene vamos a tener más de 420 millones de toneladas de soja a nivel global (no hace tanto había 150, 180 millones) es decir que se duplicó la producción en los últimos 20 años y la demanda siguió siempre con China como principal jugador. No hay que olvidar que en soja competimos con el mundo y que dentro de la Argentina con las retenciones tenemos zonas que salen del negocio o que tienen que hacer maravillas para seguir el él”.
La campaña será muy desafiante y con múltiples frentes que combatir, entre ellos los vinculados a los precios internacionales. En su último reporte, Enrique Erize, titular de la Consultora Novitas, destacó que “luego del rebote de septiembre, Chicago mostró algunos ajustes mientras busca su nivel con factores de mercado actuando en formas antagónicas. Luego del anuncio de bajas de las tasas de interés en EE.UUU., los fondos aflojaron con su presión bajista y nivelaron su posicionamiento permitiendo cierta recomposición en las cotizaciones. Además, el cambio de pronósticos climáticos para Sudamérica, ahora con lluvias más alentadoras, volvió a generar un mercado más expectante y precios con una dirección nuevamente errática” y detalló que “el clima en Sudamérica será un factor clave a monitorear en las próximas semanas”.
Según Erize, “la plaza sojera presenta el escenario más complicado para la nueva campaña. La cosecha estadounidense ya puede decirse que es récord mientras que jugar en contra del clima en Brasil es temerario. La zona núcleo en dicha nación (Mato Grosso, Goiás y Mato Grosso do Sul) suele recibir por encima de los 2000 mm de lluvias entre septiembre y marzo. De hecho, las mismas ya están llegando y los pronósticos son buenos. Para completar el complejo panorama para el 2025, el área de soja en nuestro país crecerá fuertemente”. Mucha soja en el mundo, precios bajos y sequía en Argentina, no es una buena formula.
Cada año, los productores tienen que tener en cuenta más y más variables para tomar decisiones económicas millonarias que finalmente se definen con la cantidad de agua que cae del cielo. Al día de hoy, lo único que puede hacer que el panorama se revierta es una buena lluvia de más de 100 mm como para cambiar el ánimo de los productores, reactivar la venta de fertilizantes y volver a poner en marcha el andamiaje de los contratistas, que deberían comenzar a salir a las rutas para avanzar con la siembra del cultivo más importante que tiene la Argentina. Si eso ocurre sería una gran explosión productiva.
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