Isaías; otra conmovedora historia del trabajo solidario de los médicos oftalmólogos en El Impenetrable
El doctor José María Mujica de la Fundación Nano, relató la conmovedora hisotoria de un joven del Impenetrable que padecía estrabismo, y que gracias a una intervención pudo recuperarse. La historia es narrada por el profesional que estuvo en el corazón del Impenetrable brindando antención gratuita junto a otros profesionales que sumaron a esta cruzada solidaria.
«Isaías es turnio desde chiquito, nació en Miraflores, coqueto pueblo del impenetrable chaqueño, hace 24 años. Su ojo izquierdo está pegadito a la nariz. “El derecho anda bien” dice, pero “el otro está torcido”. Su papá fue gomero hasta que le dejó el negocio al hermano y se dedicó al carbón del árbol de vinal, pariente del algarrobo y plaga en la zona. El carbón del vinal es el mejor según los lugareños, porque perfuma el asado como ningún otro pero sus espinas son enormes y muy puntiagudas. El vinal trajo muchas gomas pinchadas y quizás por esas espinas se llama impenetrable a ese bosque bravo.
Isaías trabajó desde chico con su padre, aprendió el oficio y sobretodo aprendió a prolongar la vida de esas cubiertas destrozadas que llegaban a la gomería emparchando lo imposible para no dejar a nadie a pata. Un dia, muy tarde, el Estado se acordó del impenetrable y empezó el pavimento hacia el corazón del monte. Un milagro.
El obrador de la empresa se ubicó en medio del proyecto, sobre la ruta 9bis que va desde Las Hacheras a Cuatro Bocas, dos parajes perdidos. La empresa, porteña se instaló con todo lo necesario en medio de la nada. Sus grupos electrógenos andan todo el día, tiene comedor, oficina, dormitorios y wifi. Un oasis de civilización. Empezaron a limpiar y nivelar el camino con enormes máquinas, y llegaron a poner 8 kilómetros de asfalto, faltan 100.
La pelea con el monte fue muy dura y el nudo fueron las pinchaduras de las ruedas de las máquinas y camiones. Decidieron agregar una gomería y llamaron a Isaías. No quiso, no sabía cómo era trabajar en empresas. Insistieron y al fin fue. Le pidieron que haga una lista de herramientas y se las pusieron, todas nuevas. Isaías trabajaba feliz para la empresa y para quien pasara y le pidiera una ayuda.
La Fundación Nano hace años trabaja en el impenetrable chaqueño. Lleva miles de personas atendidas, y cientos de operados de cataratas y estrabismos. En octubre del año pasado, una camioneta de la fundación, cargada de instrumental salió de Buenos Aires hacia Fuerte Esperanza y pinchó una cubierta frente al obrador de Isaías.
Los porteños entraron suplicando que le emparchen la cubierta. Era el mediodía, calor insoportable, el aire no se movía, y la polvareda de los camiones tardaba en volver al suelo. Isaías disfruta ayudar pero era la hora del almuerzo y con eso no se jode. Le dijeron que venían a operar cataratas y necesitaban su ayuda. De paso le preguntaron, ¿vos te queres operar el estrabismo? “Y sí”dijo Isaías, puso el parche y no aceptó propina, su argumento fue “yo quiero ser parte de esto”.
Se operaron todas las cataratas y los estrabismos, por su complejidad, quedaron postergados para otro tiempo y otro lugar, la necesidad de anestesia general amerita otra aparatologia.
La obra se paró, el obrador se cerró (no hay plata) y el turnio buscó otro trabajo. En febrero Isaías recibió un mensaje que estaba en la lista para operarse de estrabismo. Que se comunique con Iris, de la municipalidad de Fuerte Esperanza. No le creyó, “estos me quieren sacar plata”. Le llegó otro mensaje y le reenvió todo al Dr Jorge Kleisinger, su oftalmólogo de Castelli. El Dr le dijo que era verdad todo eso, que siga las instrucciones y que no se pierda la oportunidad.
Hace un rato Isaías despertó de la anestesia general y empezó a llorar. Sin verse al espejo, sin controlar como había quedado igual estaba emocionado. Rodeado de médicos y gente de la fundación, en un lugar extraño muy lejos de su monte, sus máquinas y sus gomas destrozadas Isaías lloraba. Es un milagro decía.
En el diccionario de la Real Academia Española la palabra turnio significa estrábico. Ningún especialista en estrabismo de la fundación Nano tenía idea de esa palabra. Tal vez la trajo algún español en algún momento y ahí quedó, escondida en esa zona olvidada, exuberante, hostil, seca, pinchuda, pobre y siempre impenetrable.
Lugar de muchos secretos y algunos milagros.»