Una historia de amor, casamiento y fiesta en pleno Impenetrable

La novia se llama Flavia Bolzonella, tiene 38 años, es profesora de historia, oriunda de Buenos Aires. Desde el año 2012 vive en Miraflores, donde llegó en búsqueda de tranquilidad y con el objetivo de llevar una vida alejada de tanto ruido de la gran ciudad. El novio es Carlos Argañaraz, conocido cariñosamente como «El Negrito». Tiene 37 años, es profesor de geografía. Nacido y criado en Miraflores.
Flavia y Carlos se conocieron hace 6 años, pero formalizaron su noviazgo hace 2. Se casaron en el Campo Doña Irma, en pleno Impenetrable. Decidieron hacer su fiesta de enlace matrimonial allí porque aman El Impenetrable y querían que todos sus seres queridos e invitados disfrutaran del lugar en plena naturaleza.
A pesar de que casi la totalidad de la familia de Flavia es de Buenos Aires, no quisieron perderse semejante evento, por lo que organizaron la aventura y allí estuvieron con ella, agasajándole en ese día tan especial.
Lejos del cotillón carioca, el casamiento de Flavia y Carlos estuvo impregnado de toda la tradición argentina y chaqueña; desde los bailes hasta la exquisita gastronomía popular.
Los compañeros de trabajo de ambos se pusieron la responsabilidad de la ornamentación y los suvenires sobre sus hombros; y bajo la coordinación y organización de Diego Godoy (emprendedor y organizador de eventos) hicieron del campo Doña Irma un magnífico lugar de bodas. La magia del casamiento estuvo puesta en el sentido de colaboración y dedicación que todos ofrecieron para los novios, en cada detalle. Cada uno de ellos, puso su granito de arena para que el evento del día sea extraordinario.
El marco de esta gran fiesta campestre fue, sin dudas, la naturaleza misma, que dejó asombrados a todos. «Flavia y el Negrito decidieron hacer su fiesta en ese campo para mostrar a todos que hay Otro Impenetrable, Otro Chaco que es bellísimo y que la calidez de su gente no deja de admirarla», comentó Ana a Finde.
Las damas de honor, esas mujeres de rojo rubí que enmarcaron la ceremonia fueron elegidas por la novia, como testigos de un gran amor en pleno Impenetrable.

La fiesta empezó a las 12 del mediodía y siguió hasta las primeras horas del día siguiente. La hora del baile fue otro aspecto alejado de cualquier otro baile de casamiento tradicional. La función del DJ fue reemplazada por numerosos grupos folclóricos locales, que musicalizaron el ambiente en todo momento.
Al ritmo de chacareras, zambas y chamamé, los invitados literalmente levantaron tierra del lugar. Carcajadas, emociones y anécdotas recorrieron cada una de las mesas armadas para la ocasión.
El plato principal fue otro protagonista de la jornada festiva; un riquísimo asado, pero de esos que sólo los lugareños de estas tierras pueden lograrlo. Y entre porción y porción, los novios embelesados disfrutaban de ver la alegría de sus invitados.
Sin dudas, este casamiento nos mostró que existe otro Chaco, el de las vivencias, el que busca reivindicar el valor de la cultura, las tradiciones y empoderarla para que jamás se olviden, para que se siga enriqueciendo la historia de este gran Impenetrable chaqueño.
*Por Nury Bendersky – NORTE DIGITAL